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Haruki Murakami: Escucha la canción del viento (2015, Tusquets, Tusquets Editores S.A.) 3 stars

"Escucha la canción del viento (1979), la ópera prima de Murakami, sigue a un estudiante …

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3 stars

Escucha la canción del viento es una novela que carece de argumento convencional. Pinball 1973 se aproxima más a cierta forma de relato, pero muy laxo y con un hilo narrativo finísimo. La voz del narrador subjetivo y en primera persona suena prácticamente igual en ambas. Este no explica una historia al uso, sino que, como personaje, selecciona dos etapas de su biografía –una para cada novela, respectivamente–, aparentemente consecutivas, y las presenta como un diario improvisado e introspectivo, pero sin dramatismos. Así pues, pueden ser leídas por separado sin el menoscabo del argumento desde nuestro punto de vista como lectoras o lectores.



Además de la voz del narrador, la continuidad y cohesión entre ambas se sigue de la participación de El Rata –amigo de aquel–, de quien paralela e indirectamente vamos conociendo la desdichada voz interior, y del Jay’s Bar, su lugar de encuentro predilecto y de referencia para el esparcimiento personal. Pero, en definitiva, el elemento que genera su atmósfera particular y que sostiene nuestra atención es el estilo. Tal atmósfera viene cargada de soledad, nostalgia, monotonía vital y depresión, y se sostiene con imágenes paisajísticas y escenas circunstanciales poéticamente evocativas. Finalmente, adquiere su sabor distintivo con la aparición de sucesos sorprendentes, bizarros, inverosímiles y absurdos.


Abundan las referencias culturales y musicales occidentales de los años 60 del siglo XX, la mayoría de las cuales –desde mi punto de vista–, no han perdurado y, por ello, nos resultan desconocidas. Pero su desconocimiento no interfiere en la comprensión de la narración, de manera que acabé desistiendo de buscarlas todas. Esto, me parece, revela la atemporalidad de la obra, publicada por primera vez en 1979 en Japón.


Mientras la leía me pregunté varias veces que cómo es posible, como escritor debutante, escribir algo así como primera novela y, no sólo conseguir publicarlo, sino ganar un premio con ella y lanzar así su carera. Su estilo es tan espontáneo y natural que me olvidaba por momentos que estaba leyendo un relato y me sentía resiguiendo un hilo de pensamiento bizarro y concordante en el tono y en las asociaciones inexplicables e irracionales con mi propia vida mental, y esto me hacía caer en la conclusión que cualquiera podría escribir algo así cuando levantaba la vista del libro. Pero, seguidamente, al reflexionarlo, saborear la lividez de las palabras que desdibujan la línea entre la ficción y la introspección propia y, sobre todo, al topar con las imágenes y expresiones sorprendentes que van adornando la novela, me doy indudable cuenta de su excepcionalidad. No creo que sea para todo el mundo porque se sale de la convencionalidad narrativa y su ritmo es lento y extraño, pero te conmoverá profundamente si eres una persona altamente sensible.